El proyecto Old Khata es una iniciativa documental de las hermanas Svitlana Oslavska y Anna Ilchenko, que busca captar el corazón del pueblo ucraniano: la casa rural.
En 2019, Svitlana, periodista, y Anna, fotógrafa, tuvieron la idea de viajar a los pueblos ucranianos para documentar la arquitectura popular y las historias de las personas que viven allí. Al comienzo de la invasión a gran escala, el proyecto se reformateó parcialmente en expediciones a regiones liberadas. Los materiales que recogieron, constituyeron la base de un libro, que se agotó casi de inmediato.
Los primeros viajes de las hermanas comenzaron en noviembre de 2020. Por aquel entonces, viajaban por pueblos pacíficos y todo parecía más una aventura.
"Nuestras primeras expediciones se parecían a aquellos viajes por Ucrania durante las vacaciones de verano en nuestros años de estudiantes o a las de ir a un festival. En nuestras entrevistas, preguntábamos a la gente por sus casas y las tradiciones con las que estaban construidas. Mientras viajábamos por pueblos liberados en 2022, la gente hablaba de temas muy distintos. Las cosas que oímos y vimos, los pueblos y ciudades destruidos, la gente que presenciaba cómo los soldados rusos robaban en sus casas y asesinaban a sus seres queridos... No nos concentramos demasiado en nuestras emociones; simplemente hicimos lo que teníamos que hacer. Documentamos esa nueva realidad de la guerra. Fue bastante agotador. Recuerdo el quinto día de nuestro viaje por la región de Mykolaiv: estábamos sentadas en el coche, pensando en ir a otra entrevista, hacía un calor terrible fuera... y entonces nos miramos y nos dimos cuenta de que no podíamos ir a ningún otro sitio; teníamos que volver a casa", dice Svitlana.
"Cuando la gente me pregunta por mis recuerdos, pienso inmediatamente en un rosario con cuentas brillantes de recuerdos. Alguien dándote de comer tortitas, o alguien presentándote a su vaca. En tiempos de paz, son visitas interminables a personas que te invitan a una comida casera, y largas conversaciones con ellas. O una situación en la que el conductor de un camión de hormigón te lleva en su vehículo desde un pueblo sin autobuses", dice Anna.
"Cuando estalló la guerra a gran escala, éramos voluntarias. Había caos por todas partes y, hasta cierto punto, nuestro proyecto pasó a un segundo plano. Al principio de la primavera, cuando algunas regiones fueron liberadas, nos dimos cuenta de que teníamos una herramienta poderosa y un público internacional gracias a nuestro proyecto Old Khata. Queríamos contar las historias de los ucranianos desde la ocupación rusa y su resistencia. Primero fuimos a las provincias de Kyiv, Chernihiv y Sumy, y después a Mykolaiv", recuerda Anna.
"Nuestras expediciones en 2022 pueden describirse con las palabras 'debes hacerlo', te guste o no. En 2023, la carga emocional era diferente. Estás constantemente rodeado de la negatividad asociada a la guerra, tu trabajo trata sobre la guerra, y buscas formas de tomarte un respiro de ella. Así que te vas a los Cárpatos, y se convierte en una especie de exilio donde te sientes bien y seguro. Para mucha gente, los Cárpatos se han convertido en un lugar soñado de seguridad. Esta es una de las razones por las que nuestro próximo proyecto tratará sobre la región de los Cárpatos", dice Svitlana.
Incluso antes de la guerra, los campesinos solían desconfiar de las hermanas.
"Cuando ves extraños en tu pueblo, no entiendes inmediatamente quiénes son ni sus intenciones. La gente a veces pensaba que éramos agentes inmobiliarios, o estudiantes, o incluso fanáticos religiosos. Lo último que la gente pensaba era que éramos documentalistas fascinadas por la arquitectura popular. Nuestras experiencias han variado mucho. A veces, la gente nos veía por la calle por la noche y podía llamar a la policía o a la defensa territorial, y a la mañana siguiente, esas mismas personas nos invitaban a un café en sus casas. Creo que, incluso durante la guerra, conseguimos que la gente confiara en nosotras", explica Anna.
El trabajo de las hermanas se complicaba cuanto más cerca estaban de la línea de contacto
. Documentar y fotografiar en esas condiciones es más complejo, que en los relativamente pacíficos Cárpatos. Pero la guerra puede sentirse incluso en los pueblos más remotos.
Svitlana recordó una experiencia que tuvieron durante un viaje a los Cárpatos.
"El día de la Epifanía, estábamos en el pueblo de Iltsi, filmando un villancico hutsul. Me fijé en una mujer entre la multitud; al principio, pensé que lo estaba filmando todo. Pero después resultó que estaba hablando por videoconferencia con un soldado. Probablemente era su marido o un familiar. Lo estaba filmando para él, para que pudiera sentir su presencia en la celebración. Fue una imagen muy significativa para mí".
Svitlana y Anna compartieron otra historia en la página de Instagram de su proyecto.
La historia la narraba una pareja que aparecía en la foto, los esposos Lipinsky de Rakove, en la región de Mykolayiv, que tuvieron que mantener una conversación inesperada con los militares rusos.
La palabra "khata" ["jata" si la transcripción es en castellano] designa en ucraniano la casa de un campesino.
Aunque las casas rurales de cada región pueden tener ciertos elementos comunes, cada casa es única. La construcción de cada casa es un testimonio de las condiciones en las que vivía el propietario y un espejo de sus experiencias y visión del mundo.
"Cómo y con qué se construye una casa depende a menudo de las condiciones naturales. Por ejemplo, Polissya (una región histórica que incluye el norte de Ucrania) tiene muchas casas de madera debido a sus ricos bosques. En el centro de Ucrania, sin embargo, predominaban las casas de barro. Con el tiempo, las casas de ladrillo se hicieron más comunes", observa Anna.
"Además de los materiales de construcción, también prestamos atención a cómo una persona utiliza el color y la decoración. Esto no siempre depende de las condiciones locales. Los elementos decorativos que vemos en las distintas regiones proceden de la tradición o de lo que la gente ve en los libros o durante los viajes a otras regiones.
No buscamos "casas auténticas", sino documentarlas tal y como existen hoy, con ventanas de plástico, antenas parabólicas, pintura despellejada y todo lo que la gente le añade. Captamos el aspecto actual de las casas y dejamos que cambien. Nuestro enfoque es documental. Registramos la realidad y la interpretamos un poco a nuestra manera, añade Svitlana.
El año pasado, Anna y Svitlana publicaron un libro de fotos con imágenes de casas e historias contadas por sus propietarios. Estas breves historias trataban de las cosas más universales, como la vida, la muerte, el hogar y la belleza. La primera edición estuvo a punto de agotarse durante la preventa, lo que llevó a las hermanas a publicar una segunda edición por su cuenta. Así, el proyecto cuenta ahora con un pequeño sello editorial registrado oficialmente, para el que Svitlana y Anna ya tienen planes tentativos.
El capítulo de la guerra en el libro no es el final ni el central. Porque la gente tiene fuerza en su interior para superar esta experiencia, superarla y seguir adelante, explica Svitlana.
Anna dice que ella y su hermana están planeando publicar un libro sobre los Cárpatos, "sobre este frágil ecosistema de gente, naturaleza y cómo existieron en el pasado y existen ahora", como dice Anna, y otro, dedicado a los objetos sagrados cotidianos, es decir, las capillas de los pueblos.
"Estas capillas son en sí mismas una pequeña forma de culto y comunicación con Dios. Al igual que las casas, las capillas son interesantes y especiales a su manera. Queremos reunir todo esto, porque actualmente no existe ningún material exhaustivo sobre este tema. En los pueblos, las capillas se integran de forma natural en el paisaje físico y mental. A veces, se encuentran incluso en las montañas y prados, donde ya no vive gente. Marcan una presencia humana. Las capillas también muestran la comprensión humana de la belleza, la idea de cómo debe ser un lugar de comunicación con lo divino ".
Las hermanas siguen viajando hoy, pues Ucrania tiene muchos lugares e historias humanas que merece la pena ver y documentar.
Svitlana acaba de sacarse el carné de conducir, así que ella y Anna podrán "viajar en su pequeño coche gris a todos los rincones de Ucrania".
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Pida el libro Old Khata en el sitio web oficial.